Hay un lugar donde se puede tocar el cielo de Ibiza: la cima de Sa Talaia, en Sant Josep. Con una altura de 475 metros, algo más que el Empire Estate, es el punto más elevado de la isla. En días claros en el que uno necesita oxigenarse y respirar aire puro no hay nada mejor que subir hasta arriba a pie y disfrutar de una de las mejores panorámicas de 360º de las Islas Pitiusas.
Antiguamente conocida como Sa Cova de ses Llagostes (la cueva de las langostas) esta gruta natural se ha reconvertido en un acuario donde se pueden contemplar especies marinas autóctonas de Ibiza contenidas en un lago de 300m2. El acuario forma parte de la red de recuperación de especies marinas, CREM. A él se trasladan los animales heridos, como algunas tortugas, que son rescatados en el litoral para su recuperación y posterior devolución al mar. Para difundir esta labor realiza actividades educativas y participa en la formación de estudiantes universitarios en prácticas.
Este estupendo tándem de calas se hallan situadas al norte del casco urbano de Sant Antoni. Representan perfectamente el prototipo de cala mediterránea, alternando fondos arenosos, rocas y áreas de posidonia, la frágil planta marina que tanto ayuda a mantener la transparencia de las aguas costeras.
Cala Salada y Cala Saladeta conforman uno de los parajes más bellos de la costa de Sant Antoni. Un entorno natural virgen, con bosques profusamente poblados y aguas de espectaculares tonos turquesa que invitan al chapuzón inmediato hacen de estas dos calas todo un polo de atracción turística. Tanto es así que, en aras de su preservación, ambas se convirtieron en las primeras “playas conectadas” de Ibiza.
Es Caló des Moro, nombre que rememora la estrecha vinculación de la isla con la presencia musulmana, es una caleta que, a modo de ensenada, se encuentra en el entorno urbano de Sant Antoni, en Ses Variades.
Una de las imágenes más emblemáticas de Ibiza es el islote de Es Vedrà, que es el protagonista de multitud de catálogos promocionales de la isla. Son muchos los turistas que se han acercado a Cala d’Hort para fotografiarse con la majestuosa roca pero son pocos los que la han visto de cerca, han descubierto su riqueza natural y menos aún los que han conseguido tocarla, ni que sea con la punta del dedo. Una de las mejores formas de poderlo hacer es embarcando en una de las rutas marítimas que se organizan durante todo el año a las reservas naturales de Es Vedrà, Es Vedranell y los islotes de Poniente.
Hay un lugar en la isla de Ibiza donde la temperatura ambiental se mantiene durante todo el año a 20ºC. Se trata del interior de la Cueva de Can Marçà, en la bahía del Port de Sant Miquel. La cueva está situada en un entorno natural incomparable, con vistas a las islas Murada y Ferradura, la cala des Multons y la Torre des Molar. Aunque hay más cuevas naturales en la isla, esta es la más importante y la única acondicionada para las visitas turísticas.
Para los amantes del campo y la historia, Es Broll es una visita obligada. Este pequeño valle ubicado en la zona de Buscastell es un vivo testimonio de la técnica de regadío heredada de los musulmanes. El torrente se nutre de la fuente de Es Broll, uno de los acuíferos más importantes de la isla.
Esta playa de arena blanca se halla en mitad de la bahía de Sant Antoni, tras la Punta des Molí y está conectada con el casco urbano por el paseo marítimo por lo que se puede acceder a ella fácilmente caminando o en coche. Tiene una configuración abierta y despejada, con orientación a poniente, lo que garantiza unas puestas de sol diáfanas.
El Espacio Cultural Sa Punta des Molí se encuentra situado en el extremo de la playa urbana de s’Arenal, en plena bahía de Sant Antoni y justo en el saliente rocoso que recibe su mismo nombre. Es un complejo formado por un precioso molino restaurado, una noria y una casa típica reconvertida en una moderna sala de exposiciones.
Antaño ubicado en un extremo despoblado de la bahía, el Faro de Ses Coves Blanques forma parte ya del entramado urbano de Sant Antoni. Se llega fácilmente a él desde el mismo paseo marítimo, siguiendo el paseo peatonal que nace a los pies del dique del puerto. Inaugurado en 1897 la construcción vivió todo tipo de avatares y en 1963 dejó de funcionar como tal.
La imponente iglesia de Sant Antoni, marca, junto al puerto de la villa, el centro neurálgico de la población. Se inició a comienzos del S. XIV y fue objeto de diversos añadidos hasta el S. XVII. Representa el modelo típico de iglesia fortificada, con puertas de hierro, gruesos muros y mínimas aberturas al exterior para ofrecer refugio a los habitantes frente a los ataques de piratas y corsarios.
Sin duda, el moderno paseo marítimo de Sant Antoni es, como infraestructura, una de las grandes atracciones del municipio. Se extiende durante varios kilómetros desde la playita de Es Caló des Moro, ubicado en la zona norte del casco urbano, hasta el extremo sur conformado por la larga playa de s’Arenal y su vecina menor, Es Pouet.
Frente al muelle de Sant Antoni, y a modo de antesala del casco urbano de la villa, se encuentra el Passeig de Ses Fonts (el Paseo de las Fuentes). Un boulevard con amplias áreas de descanso y entretenimiento que por las noches ilumina las fuentes que le dan nombre con un espectáculo de luz y agua.
El Pla de Corona es, junto al Pla de Sant Mateu, dos de las grandes llanuras agrícolas del municipio. En sus fértiles suelos de color rojo crecen una gran cantidad de almendros, que en época de floración, a finales del mes de enero y principios de febrero, ofrecen un espectáculo visual objeto de devoción por parte de ibicencos y visitantes. De hecho es una de las estampas rurales más típicas de la isla.
S’Arenal es una privilegiada playa urbana que se ubica en el mismo corazón de la bahía de Sant Antoni, extendiéndose desde la rotonda del Paseo de la Mar hasta el extremo conformado por la Punta des Molí. Sus finas arenas albergan todo tipo de servicios e instalaciones que facilitan el disfrute de la playa: rampas, duchas, atracciones acuáticas, bares, calistenia, restaurantes…
Recorriendo el bonito Pla de Corona, en Santa Agnès, es fácil tropezar con indicaciones que nos lleven hasta un yacimiento arqueológico llamado Sa Penya Esbarrada. Esta zona, por algunos llamada “Las puertas del cielo”, discurre en los márgenes de unos acantilados llenos de impresionantes riscos, desde los que se puede contemplar bonitas puestas de sol en verano.
Con este nombre se conoce un tramo rocoso de litoral que supone la continuación natural de la bahía de Sant Antoni por su zona norte. Sobre él, un agradable paseo peatonal nos conduce hasta la pequeña calita Es Caló des Moro. En su recorrido nos encontraremos con una gran cantidad de locales de amplias terrazas que ofrecen una privilegiada posición para contemplar espectaculares puestas de sol.